Mónica López será la primera soprano con discapacidad reconocida que debute en el templo de la ópera de la Ciudad Condal
Cuando era pequeña, su hermano mayor le quitó un juguete y pegó “tal grito” que todo el restaurante en el que estaban con sus padres enmudeció y se la quedó mirando, con lo que su madre, “de vergüenza, se levantó y dijo ‘es que esta niña va a ser cantante de ópera’”. Y así ha sido, curiosamente por las trabas y dificultades que pone la vida, admite Mónica López Camacho, que desvela cómo su madre le ha recordado en más de una ocasión “qué voz tenías desde chiquitilla que callaste a un restaurante entero”.
Nacida en el País Vasco pero ciudarrealeña desde muy pequeña, Mónica será el próximo lunes 29 de noviembre la primera soprano con discapacidad que debute en una gala en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona en la gala ‘Más IN’, interpretando el aria ‘Lascia la spina’, de Häendel, una “maravillosa” pieza que apuesta por “dejar un poco al lado el dolor, coger la rosa, lo bonito de la vida, tener esa actitud y ser feliz”.
Mónica valora en gran medida haber nacido en el seno de una familia que, además de transmitirle “valores muy sólidos”, la ha conectado siempre con el arte. Con una madre pintora autodidacta y un padre que ha tocado la bandurria en Mazantini y la Orquesta de Pulso y Púa Sotomayor de Manzanares, a Mónica pronto la llevaron al Conservatorio tras, con apenas sólo cinco años, tocar con la flauta una obra de Vivaldi.
Allí aprendió a tocar el piano, siendo para ella la música, aunque encaminara su vida a otras facetas profesionales, siempre “un escape”. Pero con su vida trazada, trabajando, se encontró ante una inesperada dura situación con “síntomas extraños” que, previamente, achacó al estrés. “Un día empecé a perder fuerza, a no poder hablar, veía doble, tenía hormigueo en las manos,…”. Le diagnosticaron esclerosis múltiple que en ella “debutó muy fuerte. Me costó tres años de rehabilitación, había perdido todas las facultades, se me había olvidado andar”, es una enfermedad que “te afecta a la cognición, el habla, a todo,…”
Mónica López / Clara Manzano
“Gracias a la medicina, al esfuerzo” y quizás también a “la suerte”, estima, se le fueron regulando los síntomas y pudo ir recuperándose, aunque le han quedado secuelas, una de ellas la de perder fuerza, como le sucede en su mano derecha que se le “va al piano. La última actuación lo pasé muy mal porque no sentía los dedos”.
“Después de enfadarte” en unos procesos de adaptación ante la dificultad en los que enfrentarse a la rabia, impotencia y tristeza, decidió resurgir, seguir con la música pero desde el Canto y se presentó al Conservatorio de Ciudad Real, cursando actualmente el último curso de Grado Profesional en Puertollano. Agradece “enormemente a la familia” que se ha encontrado en el Conservatorio de Puertollano, con Mari Nieves Ramírez, profesora de Canto, que para ella se está portando “como una madre”.
Mónica, que defiende que se deberían regular plazas para artistas con discapacidad en los Conservatorios, ha estado realizando de forma paralela cursos de especialización en el canto lírico, lo que le ha permitido “estar con los grandes profesionales de España”, y, gracias al apoyo de la Fundación Grupo Sifu, ha invertido su beca ‘SuperArte’ en formarse en el Centro Superior Katarina Gurska, con Carolina Alcaide como profesora de Canto.
Pese a que todavía es estudiante, su preparación es como la un “deportista de élite”, lo que le lleva a decir que no va “al gimnasio sino a canto”, ya que “sudas lo que no está escrito” con “un ejercicio pasivo tremendo, de respiración, musculación e hipopresivos”.
“La voz humana es uno de los instrumentos más difíciles que hay, tienes que ir haciéndolo, no está hecho como el piano. Tú misma tienes que ir trabajando la musculatura, por eso es tan complejo”, describe Mónica, con quien se puso en contacto por teléfono María José Chancla, presidenta de la Fundación Grupo Sifu, para decirle ‘te vienes a la Gala Más IN en el Liceo de Barcelona’, todo un templo de la ópera donde han actuado “las mejores del mundo como Montserrat Caballé, María Callas o Anna Netrebko”, lo cual para Mónica “significa mucho”.
Ya han comenzado los ensayos en el Conservatorio del Liceo para la gala, expone la soprano manchega, muy ilusionada por esta actuación en la que se aúna el esfuerzo desde la discapacidad y el arte, y además como soprano, protagonista y deslumbrante papel que se le suele atribuir a una diva desde la percepción de que “tienes que hacerlo todo bien, ser perfecta, buen cuerpo,…” y resulta “que no”, expone Monica, que se reconoce más como “una diva imperfecta” y “orgullosa de serlo”.
Con un 34 por ciento de discapacidad reconocida, a Mónica la música la ha ayudado “muchísimo” para encarar la esclerosis múltiple. Los ejercicios que hace para el canto son para ella “salud” y la música ha sido su “salvación”.